Pascua Espiritual Español
Pascua Espiritual Español
En realidad, la Pascua debería celebrarse en torno al equinoccio de primavera. Entre el 21 y el 23 de marzo, la luz del día está exactamente en equilibrio con la oscuridad de la noche. Pero como la determinación del día exacto de esta fiesta se basa en el calendario lunar de la tradición judía precristiana, la Pascua suele celebrarse muchos días después del equinoccio. Sin embargo, su significado espiritual está estrechamente ligado al simbolismo de este equilibrio entre el día y la noche.
La noche simboliza nuestra vida cotidiana: mientras la luz de nuestra alma no haya nacido en nosotros, vivimos como un ser humano enfocado hacia el exterior -la personalidad- en una profunda oscuridad espiritual. Por desgracia, la mayoría de la gente no se da cuenta de esta oscuridad; creen que la luz natural de la mente humana ya ha disipado todas las tinieblas. Por lo tanto, la tenue luz que brilla en el mundo del alma no puede penetrar en la personalidad. Lo que para la personalidad es luz, es oscuridad para el alma y, lo que es luz para el alma, sigue siendo oscuridad para la personalidad.
En la tradición judía, la Pascua se asocia con el éxodo de Egipto, donde el pueblo elegido vive en la esclavitud. Simbólicamente hablando, todo aquel en quien hay algo de la luz del alma, pertenece a este pueblo elegido. Egipto representa el mundo de las tinieblas en el que el hombre exterior vive esclavizado a todos los placeres terrenales, de modo que el alma nueva no puede manifestarse.
Además, esta historia muestra otro significado importante: no podemos ser redimidos de esta oscuridad por nuestras propias fuerzas, basándonos en los rasgos de nuestra personalidad. Necesitamos la ayuda del mundo del alma. Pero sólo podemos acceder a esta ayuda si estamos dispuestos a morir con respecto al mundo de Egipto, es decir, si dejamos de ser guiados por nuestros pensamientos, sentimientos y deseos cotidianos. Sí, esto significa que tenemos que estar dispuestos a pasar por un proceso de "morir diariamente", ya que sólo este proceso permite que la luz del mundo del alma nueva penetre más y nos impregne de la Luz del Espíritu. En otras palabras, debemos estar dispuestos a sacrificarnos por el bien de la vida del alma.
Así, una y otra vez, la fiesta de Pascua nos confronta con la necesidad de la purificación de nuestro corazón. Sólo la purificación permite que el corazón se convierta en el lugar en el que puede tener lugar la crucifixión de la personalidad y la resurrección del alma.